6.03.2009

Poetisa Glória Dávila Espinoza


VUELCOS


Hay un vuelco sin fin, amando sus instantes
que no me tiene sino rondando sus esquinas
que va tras mis pies y
me arranca el corazón con sus garras
que son infinitas penumbras que trasvasan mi alma en llagas
repleta de espinas y abismos negros en su polvo
filtrando en mi esencia desde antiguo
sulfuro y magma de soledades.

Hay una lluvia sin fin, que corre por mis fauces
cual saeta de ácidas hieles para mi éter
fragmentándola en una y cien mil
anquilosando mi dolor en alforjas de pieles curtidas de tu ausencia
que vienen y van, que llevan entre sus lanzas
miradas llagadas que son silgos de quebranto
que hace toda una eternidad golpoteo sin fin.

Hay un sentimiento anacoreta que agolpa mi vivir
alejándome de su sol y lejos de ser pájaro
soy sólo herida abierta en caños ancianos
y perdiéndome en el confín
me entrega a la locura de ser dagas filosas
que entre uno y mil se ha convertido mar en llantos
que persiguen mis huellas carcomidas por el viento àspero
pesadillas de ácidos lechosos
que supuran vuelcos de espinas para mi espanto.

Hay un vuelco sin fin
que no sabe si es mi aorta
mi calada forma de pigmentos rotos
sufriendo lo indecible
porque mi mar no es más mi roca
porque mi roca no es mi llanto
y mi llanto no es más mío sino del fuego
que aquilata mi pesar
para ser pared de rostros curtidos
por el olvido fractal.

Hay un vuelco sin fin
que hoy me dice adiós
y luego me besa
en la frente
signándome al exilio
de su luz
que gota a gota
me cercena el alma
para ser la nada de la nada.

© Gloria Dávila Espinoza
Tingo María, 2 de Junio 2009

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